BLADE RUNNER 2049 - La secuela perfecta (crítica)



¡Regresan los replicantes y los blade runners al cine!


En 2017 ha llegado la secuela de Blade Runner (1982), película dirigida por aquel entonces por Ridley Scott (Alien: El octavo pasajero, Alien: Covenant), y que encuentra en esta enigmática secuela su aliciente para hacer crecer su gran mundo cyberpunk... pero, ¿ha cumplido las expectativas que tenía?

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Esperando desde 1982...


Estamos ante la secuela más esperada (y temida) de la ciencia ficción. Desde que se estrenara en 1982 la película Blade Runner, todo cambió para el género de los sueños futuros. A pesar de haber sido un tremendo fracaso de taquilla (recaudó poco más de 30 millones de dólares) y de crítica, puesto que la gente no conseguía entender, en general, el concepto y la lírica de la obra de Ridley Scott, esta película consiguió poco a poco ir conquistado al público, y consiguió revelarse como una de las mayores obras maestras del género y el cine en general. Era una mezcla entre narrativa noir, puesto que los personajes (Deckard es un Blade Runner, algo así como un detective cazarrecompensas) y los planos, visualmente oscuros, utilizando muy bien la luz de los exteriores, creaban una atmósfera de género negro, y pura ciencia ficción, planteando un futuro no muy lejano (2019, para el año 1982 en el que fue estrenada) en el que la cibernética había avanzado muchísimo y chocaba con la cultura y la sociedad. Se había conseguido crear androides (mitad robots mitad orgánicos), conocidos como replicantes, que eran utilizados como esclavos en los mundos exteriores. Pero poco a poco, estos replicantes fueron tomando conciencia y sintiendo emociones, y varios de ellos se sublevaron en busca de su creador, Tyrell, para encontrar la fórmula que les permitiera ampliar su existencia, puesto que sólo podían vivir 4 años... 


Aquella primera película fue perfecta, tanto en su narración central y trasfondo, como por su enigmático final. No sabíamos si Deckard finalmente iba a ser un replicante o no... ¿un Blade Runner que además era un replicante sin él saberlo...? No hacía falta realmente una respuesta puesto que el autor de la novela '¿Sueñan los robots con ovejas metálicas?', Phillip K. Dick, en el que se basa la película original, jugaba precisamente con ello. ¿Tienen alma los robots? ¿En qué piensan? ¿Se reconocen como humanos? A lo que el director y productor Ridley Scott le añadió un enfoque incluso más existencialista y humanista, alejándose parcialmente de varios puntos de la trama del libro, y es precisamente en esta secuela, Blade Runner 2049, donde realmente vemos más conceptos de la novela original implantados en la sinopsis general y sobre todo en el trasfondo argumental.


Blade Runner 2049: ¿Era necesaria?


La respuesta es un rotundo sí. El mundo de Blade Runner necesitaba una nueva revisión, una evolución natural y la explotación del principio de todo. El movimiento cyberpunk ya llevaba varios años rondando en el mundo del cómic, con obras como El Incal, The Long Tomorrow (ambas de Moebius), Akira (manga), etc., pero fue la película Blade Runner la que le dio el impulso definitivo, aunque fuera en diferido. Y aquella historia, que fue perfecta en su tiempo, podía también concebir 35 años después una secuela igual de buena, con planteamientos más cercanos al libro original pero también con una cierta evolución de la sociedad futurista de la película original.


La atmósfera narrativa de Blade Runner 2049 es más densa, más oscura y más distópica que la película original. Las ciudades están más derruidas, más empobrecidas y están haciendo frente a los problemas del cambio climático, que se hacen presentes con las espectaculares vistas panorámicas que nos regala Denis Villeneuve, el director de la cinta, que no se guarda nada para él. Gran parte de la culpa de que el metraje se extienda hasta casi las dos horas y cuarenta y cinco minutos es debido a la gran cantidad de imágenes de las ciudades y paisajes que se nos muestran, totalmente necesarios para entender la elegancia y grandilocuencia del mundo futuro.


Esta película maneja el aspecto visual como pocas lo han hecho en los últimos veinte años, atreviéndonos a afirmar que, en este respecto, es una de las más bellas del cine actual. Además, hay que tener en cuenta que el uso de los efectos especiales se ha intentado limitar lo máximo posible, en una época en el que el CGI y demás sistemas son literalmente consumidos como un producto imprescindible para el cine. Pero Villeneuve le da mucha más importancia a la arquitectura y los decorados, algo que se aprecia y se disfruta someramente.


Por último, destacar que la película tiene un ritmo lento, contemplativo, siniestro y oscuro, que a pesar de ir poco a poco desengranando su verdadero trasfondo, la emoción y tensión nos acompañan durante todo el metraje, con grandes sorpresas dramáticas al final de esta oda al buen cine. 

Si el cine de ciencia ficción sigue esta senda, estará salvado para siempre.

 





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